En la primera parte, vimos cómo Pablo testificaba acerca de Jesús, con la ley de Moisés y con los profetas. En esta parte, vamos a ver otro momento en el que vemos al apóstol Pablo predicando el evangelio en Hechos 24:25:
25 “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.”
Disertar: Observando el pasaje, veamos que Pablo disertaba, es decir, razonaba con las personas. ¿Porqué debemos razonar con las personas? Puede sonar obvio, pero es importante resaltar que cada persona necesita oir y entender el evangelio para poder responder a este. Mira Efesios 1.13-14 y el siguiente:
Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. Mateo 13.23
Justicia: También lo vemos hablando acerca de la justicia. En el libro de Romanos leemos que el evangelio es un asunto de justicia (Romanos 1.16-17), Dios va a hacer justicia al final de los tiempos (Hebreos 9.27), y el problema del hombre con Dios es por justicia (Proverbios 16.6).
Dominio propio: Tambien él razonaba con las personas y les hacía ver que habían pecado aunque Dios les había dado una conciencia (Romanos 2.15) y donde cada uno de nosotros es responsable por sus acciones ante El (Romanos 2.16). Nadie puede alegar que Dios es injusto al juzgar a cada persona.
Juicio venidero: Siempre al hablar de Cristo debemos presentarlo como el Salvador que puede rescatar a un pecador del juicio venidero. Si uno predica la ley de Dios (los mandamientos de la ley moral) a una persona, pero falla en advertirle del juicio venidero, le restamos la urgencia e importancia que tiene nuestro mensaje. No queremos dar sólo sugerencias morales a las personas indicándoles que no deben mentir. El mensaje es que como han mentido, ya son culpables del juicio. Una predicación del evangelio siempre debe advertir al pecador que debe huir de esa ira de Dios. Debe ser salvo de Dios mismo.
Se espantó: Si Felix se espantó es porque le dio miedo. Pablo buscaba que la persona temiera por su destino eterno. El castigo de Dios no es una asunto de juego. Las exigencias de la ley y el juicio de Dios deben inculcar en nosotros el temor de Dios, que es el principio de la sabiduría (Proverbios 1.7). Cristo explicó que debemos temer a Dios más que a cualquier miedo o amenaza de esta vida (Mateo 10.28).
Este ejemplo lo tratamos de seguir en los ejemplos que te presentamos en nuestro sitio web. Su objetivo es animarte a hacer lo mismo en tu ciudad. ¿Tienes preguntas? ¡Nos encantaría escucharlas!